Opinión

ASPES-CL se opone a la propuesta de la administración de adelantar los exámenes de la EBAU de septiembre a julio

RechazoEBAUjulioAnte la reciente aparición en los medios de comunicación de que la Consejería de Educación baraja la posibilidad de adelantar los exámenes de la EBAU correspondientes a la convocatoria extraordinaria de septiembre a julio, la Asociación de Profesores ASPES-CL quiere manifestar su completo rechazo a semejante propuesta y exigir a la Administración que reflexione sobre si existe algún beneficio real para los alumnos en el caso de tomarse dicha medida.



Es evidente que si la EBAU se adelantara al mes de julio, ello conllevaría aparejado el mismo adelanto para las pruebas extraordinarias de septiembre que deben preceder a la EBAU, con lo que los alumnos de 2º de Bachillerato que no hubieran aprobado todo el curso a finales de mayo tendrían un calendario de exámenes a final de curso estúpidamente abigarrado.

ASPES-CL entiende que un adelanto de dos meses en las fechas de la convocatoria extraordinaria de ambas pruebas de septiembre (2º de Bachillerato y EBAU) perjudicaría profundamente al alumnado, toda vez que le privaría de muchas posibilidades de éxito a la hora de recuperar sus materias suspensas. A nadie se le escapa que una materia cursada presencialmente durante más de nueve meses no puede recuperarse una o dos semanas después de haber sido evaluada de forma negativa, salvo que de repente todos nos apresuremos a creer en milagros de los que, hasta la fecha, ninguno de los docentes hemos sido testigos.

Dado que las pruebas de septiembre afectan al curso completo de las diferentes materias, el asunto se vuelve particularmente grave en el caso de los alumnos de Bachillerato, pues la enorme carga curricular de sus asignaturas implica un mínimo de tiempo de preparación (a veces no llega ni con los dos meses de verano), indispensable para acudir a la prueba extraordinaria con un mínimo de garantías de lograr el aprobado.

Hasta la fecha, y después de muchísimos años de celebración de dichas pruebas extraordinarias de septiembre, sólo cabe afirmar que las mismas han venido representando una buena oportunidad para que bastantes alumnos puedan corregir la calificación negativa obtenida a finales de mayo. ¿Por qué, entonces, sustituir algo que está funcionando correctamente?

Pudiera ser que la Administración plantee esta posibilidad como una simple mímesis con otros territorios, o por un ajuste del paso con las universidades, algunas de las cuales ya adelantaron las recuperaciones al mes de junio con la llegada del Plan Bolonia en 2010,

En algunas comunidades la medida se está debatiendo o incluso ya se ha aplicado para todo el tramo de las Enseñanzas Medias. En Aragón, una de las comunidades autónomas en las que se impuso esta medida durante varios cursos escolares, se ha revertido porque en lo académico ha demostrado ser inconsistente, dado que es un disparate de cara al alumnado y familias suspender a un alumno una semana y a la siguiente, sin tiempo para que se lo prepare, volverlo a examinar de lo mismo y esperar que apruebe.

Quienes entramos al aula cada día sabemos bien que los alumnos de 2º de Bachillerato prefieren, por lo general, tener la opción de septiembre, dado que con una prueba en junio solo tendrían un plazo de un par de semanas, totalmente insuficiente, para poder aprobar lo que no consiguieron superar con nueve meses de preparación. Para ellos, trasladar los exámenes de la EBAU de septiembre a julio supondría quitarles la posibilidad real no sólo de aprobar sino también de mejorar sus resultados. Como profesores nos oponemos a que se retire la convocatoria de septiembre porque se trata de una de las medidas más beneficiosas para los alumnos.

Después de tanto tiempo comprobando cómo la Administración educativa no regatea esfuerzos, y sobre todo inventiva, a la hora de mejorar los resultados académicos por vías y métodos peculiares (lo del esfuerzo personal de los alumnos parece ya algo obsoleto, diríase incluso olvidado), todo nos hace pensar que en realidad lo que se quiere es maquillar los resultados y forzar al profesorado, una vez más y con otra estratagema nueva, a aprobar al mayor número posible de alumnos, olvidando descaradamente el fin primordial de la enseñanza: que se garantice el aprendizaje de los conocimientos necesarios.